09 de septiembre del 2021
Quizá a ti también te ocurra o quizá te pase todo lo contrario… En mi caso, septiembre podría decirse que es mi mes favorito (nací el 28 puede que eso influya), después de cargar las pilas en verano siempre he esperado la llegada de este mes con muchas ganas. Para mí es importante tener el estudio en orden, los pinceles limpios, las herramientas a punto, cada cosa en su sitio esperando mi llegada para saltar al ring y ayudarme a dar lo mejor en cada obra, en cada proyecto. Después de terminar cada trabajo todo vuelve a su sitio, de este modo no pierdo tiempo en encontrar eso que necesito. Casi todos se sorprenden del orden que preside mi lugar de trabajo, en este maravilloso espacio tan solo existe un cierto caos en la zona donde estoy trabajando, con todo a mano (incluida una escoba y un trapo) para conseguir plasmar mis ideas sin dilación, concentrada… Otra cosa muy distinta es lo que ocurre en mi ordenador, pero eso ya está cambiando y este septiembre ha sido el momento preciso, necesario y perfecto.
Imagino que me entenderás perfectamente, mi cabeza genera ideas casi constantemente y tengo siempre cerca montones de libretas para anotar todo, clasificar aquello que brota de mi mente bulliciosa, esas emociones y ocurrencias que más adelante lucirán en una de mis creaciones quedan archivadas y en un silencio ficticio pero efectivo en estas páginas, en esas libretas que visitaré en el momento adecuado para estudiar cada proyecto, para dedicarle el tiempo que precisa y para disfrutar de ese nuevo reto… Pero mi ordenador es otra cosa, o al menos era otra cosa hasta este septiembre… ¡Algo cambió!
Cada septiembre siempre me ha esperado con los brazos abiertos, me ha ofrecido la oportunidad de retomar proyectos, contactos, ideas y retos inesperados… Ordenar el corazón de mi ordenador ha sido el gran reto pendiente y esta vez tenía los brazos más abiertos que ninguna otra tarea, casi era una súplica para que le liberara de ese caos que solo él podía sentir, tardaba varios minutos en empezar a funcionar, iba cada vez más despacio, casi agonizando por mantenerse a la altura de mis exigencias. Ya se sabe que el refrán dice que “la ignorancia es muy atrevida” y, en mi total ignorancia del funcionamiento de ese corazón informático, estaba sometiendo a esta maravillosa herramienta a una tortura despiadada. ¡Ya terminó!
He afrontado algo que me paralizaba, formatear mi querido ordenador para darnos otra oportunidad, para empezar de cero, para colocar cada cosa en su sitio, en todas las carpetas que sean necesarias para que cuando necesite un documento, un dato, una foto, un archivo, una aplicación, diseñar un nuevo catálogo, editar un texto o crear de la manera que sea en este medio de teclas y tareas deslizantes a golpe de click no supusiera una crisis para ambos. No es necesario que te cuente el estrés que me causaba rebuscar entre miles de cosas con el nombre parecido, acumulando tareas de limpieza por todos los rincones de este misterio que supone para mí lo que no se hace con un lápiz y un papel. ¡He decidido rehacer las cosas lo mejor posible! He aprendido un montón y eso me hará trabajar con una gran sonrisa cuando pase de nuevo horas frente a la pantalla para seguir compartiendo contigo cada paso que doy en mi trayectoria como artista… y ahora como ser humano del siglo XXI.
Quiero transmitirte todo el ánimo que necesites para que también septiembre sea para ti una invitación a coger aire profundamente y atreverte a resolver esas cosas que no te dejan avanzar como te mereces, con un gran sonrisa, sabiendo que así será más fácil ganar la batalla de cada día y descubrir todo de lo que eres capaz.
¡Bienvenido septiembre!